Si de un bello septiembre, sonarán canciones, y las personas bailaran sus pasiones.
Todo sería frases de locuras y amores.
Pero no fue el caso de la lluvia, del mes que se avecinaba. Me vi en una noche de música clásica, al anochecer de una mañana, sin dirección y sin palabras. En el hospital frió de mi montaña, un eco se oía de la sala, no había vida, no había nada. Si pudiera retroceder el tiempo, sería la misma frecuencia de radio, el mismo sonido de la cháchara. Cuando no duermo, se levanta el velo de mi recuerdo. No hay más tristeza, que una partida larga. Sin goteras, sin pálidas, sin huecos en las amarras. Accidentes hay, pero sandeces abundan. ¿Cuando habido sonido en el silencio?, ¿Cuando habido largas noches en el Sol? ¿Cuando habido cariño sin el tacto?. ¿Que no daría por unos ojos abiertos? Aunque si vemos la distancia, ya no hay lamento. Si conocemos la esperanza, se va el aguacero de lo viejo. Hay un ojo viendo, y es más rápido socorriendo. Como se que estas allí, las alas van cubriendo y como se que no te iras, me da aliento. Con el paso del tiempo ya te sientes mejor, y el cariño va creciendo. La alegría no está en un acto de amor, sino en un acto de perdón. Perdón a la vida por no permanecer tanto tiempo. Ya viene el descanso, ya viene el despertar de un te quiero. Mama volverás. Cuanto lo anhelo.
Autor: Rubén Prado
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